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Página:Cuentos valencianos (1910).djvu/40

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V. BLASCO IBÁÑEZ

cuadrada y roja, recuerdo de los moros y que destacaba soberbia sobre el intenso azul del cielo su corona de almenas rotas ó desmoronadas como una encía vieja.

El egoísmo rural no salía de su asombro. Muy enamorado debía estar el tío Sentó para casarse, violando tan escanda losamente las costumbres tradicionales. ¿Cuándo se había visto á un hombre que era dueño de la cuarta parte del término, con más de cien botas en la bodega y cinco muías en la cuadra, casarse con una chica que de pequeña robaba fruta ó ayudaba en las faenas de las casas ricas para que la diesen de comer?

Todos decían lo mismo. jAh, si levantase la cabeza la siñá Tomasa, la primera mujer del tío Sentó, y viese que su caserón de la calle Mayor, sus campos y su estudi, con aquella cama monumental de que tan orgullosa estaba, iban á ser para la mocosuela que en otros tiempos la pedía una rebanada de pan!

Aquel hombre debía estar loco. No había más que ver el aire de adoración con que contemplaba á Marieta, la sonrisa boba con que acogía todas sus palabras y las actitudes de chaval con que se mostraba á los cincuenta y seis años bien cumplidos. Y las que más protestaban contra aquel