CUENTOS Y CRÓNICAS
que manchan en ocasiones las más finas per-
las. En ocasiones huía de la ciudad y hallaba
en la inmensidad pampeana vuelos de poemas
que se confundían con ansias íntimas. El
ritmo universal se confundía con mi propio
ritmo, con el correr de mi sangre y el ha--
cer de mis versos. De retorno a la urbe, ha-
blaba a las muchedumbres. Vivía cara a cara
con la pobreza, pero en un ambiente de li-
bertad, de libertad y de amor. Con el vigor
de la primera edad, con mi tesoro de ilusio-
nes y de ensueños, no pude evitar momentos
de delirio, de desaliento, de vacilaciones.
Conságreme caballero de la rebeldía, pero
sintiendo siempre las dificultades de todo
tiempo. Llegué a comprender las fatalidades,
de la injusticia, y mi simpatía fué a los gran-
des caídos, Satán, Caín, Judas. Encontré por
fin estrecha mi tierra con ser tan ancha y
larga, y vi más allá del mar el porvenir. So-
licité los éxodos y ambicioné la vida heroi-
ca. El Océano fué una nueva revelación para
mis alas mentales. El amor mismo fué ani-
mador de mis designios de conquista. En el
viejo continente proseguí en mis anhelos li-
bertarios. Tomé parte en luchas populares,
vi el incendio, la profanación; oí los alaridos
de la Bestia policéfala y creí en el mejora-111