CUENTOS Y CRÓNICAS
modorra de su poderoso y sutil opio. Y can- ta, mientras la marea sube, para los viaje- ros, para los errantes, para los pensativos» para los que van sin rumbo fijo, tendidas las velas, por el mar de la vida, tan áspero, tan profundo, tan amargo como el inmenso y misterioso océano.
A UNA BOGOTANA (Pasillo en prosa. )
El pasillo, señora, hermosa niña, es como un lento y rosado vals. Vea usted cómo aquellos dos enamorados pueden llevar el compás, eñ medio de la más ardiente con- versación. El dice que los lindos ojos de una mujer valen por todos los astros, y los lin- dos labios por todas las rosas. Como ella quiere demostrar lo contrario, le mira con los bellísimos ojos suyos, le sonríe con sus inefables labios, que son en un todo iguales a aquellos con que la señorita de Abril dio el primer beso al caballero de Mayo. El pa- sillo, señora, hermosa niña, es como un len- to y rosado vals. ¡Oh, sí, sí! La fuerza de una pasión es ma- yor, infinitas veces, que el empuje de ese121