CUENTOS Y CRÓNICAS
IV
Día de Primavera.
Cerca del blando tronco de la haya, esca- riáis vos, señorita, con vuestro sombrero blanco, vuestro vestido blanco, y vuestra alma blanca. Yo tendría mi negro dolor. Pro- curaría haceros soñar dulces sueños, y el laúd no tendría para vos sirio los más acari- ciadores sonidos. — Sí, dice ella, mas esa vi- lla italiana... ¿no será la morada de la más infeliz de las mujeres? Los árboles sombríos forman un misterioso recinto de duelo. El agua de los arroyos parece monologar ex- trañas historias de amores difuntos. El cre- púsculo inunda, con su tenue tinta de melan- colía, todo el paisaje. El anciano que con- templa meditabundo las ninfas, parece la encarnación de un triste pasado. Los niños183