RUBÉN DARÍO
Nada ha logrado saberse con absoluta segu-
ridad en las tres grandes expresiones de la
Naturaleza: hechos, leyes, principios. Yo que
he intentado profundizar en el inmenso cam -
po del misterio, he perdido casi todas mis ilu-
siones.
Yo que he sido llamado sabio en Acade-
mias ilustres y libros voluminosos; yo que he
consagrado toda mi vida al estudio de la hu-
manidad, sus orígenes y sus fines; yo que he
penetrado en la cabala, en el ocultismo y en
la teosofía, que he pasado del plan material
del sabio al plano astral del mágico y al plan
espiritual del mago, que sé cómo obraba
Apolonio el Thianense y Paracelso, y que he
ayudado en su laboratorio, en nuestros días,
al inglés Crookes; yo que ahondé en el Kar-
ma búdhico y en el misticismo cristiano, y sé
al mismo tiempo la ciencia desconocida de
los fakires y la teología de los sacerdotes ro-
manos, yo os digo que no hemos visto Jos sa-
bios ni un solo rayo de la luz suprema, y que
la inmensidad y la eternidad del misterio for-
man la única y pavorosa verdad.
Y dirigiéndose a mí:
—¿Sabéis cuáles son los principios del
hombre? Grupa, jiba, linga, sharira, kama,
rupa, manas, buddhi, atma, es decir: el cuer-10