Página:Cuentos y cronicas.djvu/40

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RUBÉN DARÍO


Theobald Wolfhart era un filósofo sano de corazón, que, a mi entender, practicaba la magia blanca. Su tiempo fué terrible, lleno de crímenes y desastres. Aquel moralista empleó la revelación para combatir las cruel- dades y perfid as, y expuso a las gentes, con ejemplos extraordinarios, cómo se manifies- tan las amenazas de lo invisible por medio de signos de espanto y de incomprensibles fenó- menos. Un ejemplo será la aparición del co- meta de 1557, que no duró sino un cuarto de hora, y que anunció sucesos terribles. Signos en el cielo, desgracias en la tierra. Mi abuelo habla de ese cometa que él vio en su infancia y que era enorme, de un color sangriento, que en su extremidad se tornaba del color del azafrán. Vea usted esta estampa que lo representa, y su explicación por Lycosthe- nes. Vea usted los prodigios que vieron sus ojos. Arriba hay un brazo armado de una colosal espada amenazante, tres estrellas brillan en la extremidad, pero la que está en la punta es la mayor y más resplandeciente. A los lados liay espadas y puñales, todo entre un círculo de nubes, y entre esas armas hay unas cuantas cabezas de hombres. Más tarde escribía sobre tales fantásticas maravillas Simón Goulard, reñ riéndose al cometa: «Le28