Página:Cuentos y cronicas.djvu/50

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RUBÉN DARÍO


zas de revolucionarios, cabezas de santos y cabezas de asesinos, avanzó una figura epis- copal que llevaba en sus manos su cabeza, y la cabeza del mártir Dionisio, el de las Ga- lias, exclamó: — ¡En verdad os digo, que Cris- to ha de resucitar! Y al lado del apostólico decapitado vi a la dama del hall del hotel, a la dama austríaca con el cuello desnudo; pero en el cual se veía como un galón rojo, una herida ¡purpú- rea, y María Antonieta, dijo: — iCristo ha de resucitar! Y la cabeza de Orfeo, la cabeza do Medusa, la cabeza de Holofernes, la ca- beza de Juan y la de Pablo, el árbol de ca- bezas, el bosque de cabezas, la muchedum- bre fabulosa de cabezas, en el hondo grito, clamó: — -«iCristo ha de resucitar! iCristo ha de resucitar!...» — Nunca es bueno dormir inmediatamente después de comer— concluyó mi buen amigo el doctor.38