Página:Cuentos y cronicas.djvu/98

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RUBÉN DARÍO


de sangre. Vuelve reconfortada, para arros- trar las tinieblas y elementos que la comba- ten en el habitáculo del débil y vibrante cuer- po. Pues es ella la víctima ofrecida, por la ley suprema, a las fuerzas desconocidas que ponen cerco a su frágil domicilio. En la bó- veda del cráneo, son los pensamientos y los sueños que nacen entre las marañas del ce- rebro; los nervios que, como una cruel túni- ca, se extienden; las pasiones que se desatan por las puertas de los sentidos; y el omnipo- tente y tentacular pulpo del sexo cuya cueva obscura es el sepulcro. Después, las luchas del Mundo y del Demonio encarnados en la Maldad ingénita y en la Estupidez humana; los truenos de la vida, las rachas, los ventis- cos de las rudas horas amargas, de odiosa espuma; los relámpagos de la concupiscen- cia; los rayos de la soberbia; las lívidas nubes de la envidia; los aborrecimientos desconoci- dos; los granizos inmotivados; la Mujer— /M5- teríuml—Kioví su arcana misión de pecado y de llanto; el crimen; y, sobre jtodo, en el fondo de esa implacable tempestad, guardianes de la vasta Puerta del Universo: obscuro, obs- curo, el dolor; pálida, pálida, la Muerte... iDame, alma de mi infancia, una hoja de tu palma bendita para coronar mi frente!86