Página:Cuentos y cronicas.djvu/97

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CUENTOS Y CRÓNICAS


derosos e invencibles talismanes. Queda jun- to a los retablos antiguos, junto a los santo- cristos que guardaban los lechos familiares, los ramos que el tiempo seca, y que las caní- culas doran y tornan más sonoros y livianos. Cuando suenan los truenos y caen los agua- ceros diluviales bajo el cielo negro cebrado de relámpagos, fórmanse de las palmas bendi- tas del Domingo de Ramos coronas salvado- ras. Coronados de palmas, los habitantes de la ciudad feliz no temen las amenazas de la tormenta. Y he aquí que el niño triste, precoz enamorado de la Lira, sembró en el huerto de su corazón y en el jardín de su suerte un ramo de aquellas frescas hojas, y el ramo, a pesar de crueles inviernos, de ásperos hura- canes, de voraces langostas, de hoces afila- das, ha crecido y producido otros ramos nuevos. De allí ha cortado, en este día esplendoro- so, sus dos palmas gallardas, la pobre alma que hace su peregrinación a Jerusalén, como sostenida por cuatro alas angélicas que en- viara un bondadoso decreto del Padre de la Esperanza. — «i Vengo de Jerusalén»!, dice mi pobre psique. Y he aquí que miro en sus ojos más luz, y en sus mejillas una pura y juvenil llama85