mensagera Iris, para que digese á Príamo que se presentase á Aquiles con dádivas que sirviesen para rescate del cuerpo de su hijo. Príamo obedeció, y sin que él lo percibiese, le acompañó Mercurio y le condujo á la tienda de Aquiles. Príamo entró en ella cuando aquel guerrero acababa de cenar, se echó á sus pies, abrazó sus rodillas y le pidió que le entregase el cadáver de su hijo. Aquiles conmovido de la vejez, y de la humillacion del rey de Troya, le concedió lo que pedia, le hizo un discurso para consolarle, le convidó á tomar alimento, y le hizo servir la cena. Despues de ella Príamo pidió permiso para ir á reposar y Aquiles le hizo poner dos camas en el pórtico, y le preguntó cuantos dias queria para los funerales de Hector, á fin de
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