Un bostezo. Tras el bostezo, el sueño.
Ahora se me viene una observación que es necesario grabarla:
El cinematógrafo es el arte de los sordomudos. Hacía algún tiempo leía un libro, lleno de frases modelos: "La iniquidad siempre triunfa sobre la bondad y la inocencia". Pobre hombre. Cómo se ve que no ha ido al Teatro.
Tengo sobre la mesa dos pipas que no se fuman.
Nubloso, como la llegada del sueño.
Voluntad de la parálisis, descendente, blanda, larga.
¡Ay! —El salto en el lecho, creyendo que se caía—.
De nuevo la voluntad de la parálisis.
Hasta la hora de la vendimia de los espíritus, cuando en la ciudad han dejado de pensar sesenta mil hombres, cuando, en la ciudad, el silencio se ha enfundado en la inmovilidad de los cuerpos.
Cuando se ha hecho la tiniebla subjetiva.