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alguna cosa, con la mano en la garganta y la otra ma- no agrediendo sin descanso... Al final consiguió qui- tarlelo que fuese, puso un pie en el suelo y le dejó la garganta libre. La lucha no cesó, con todo; ahora era el mozuelo quien atacaba, a gritos, agarrado al pescuezo del espectro... Habíanse despertado en de= rredor algunos, entretanto, y llamaban gente, asusta- dos, sin saber lo que pasaba... Con los brazos tísi- cos, el rapaz apretaba a la forma desnuda, imploran- do:—¡Deme eso!... ¡Deme eso!... Pero el informe ser parecía de piedra, mirando en pie a la criatura que imploraba... Tenía ya empapada en sangre la ligadu- ra y doblado hacia delante, quería avanzar un paso, decir alguna cosa, tal vez hacer una señal con las manos; pero al mismo tiempo corrían y el enferme- ro le dió un empujón: «¡Bribón! ¡asesino!...» h Habían reconocido al de los navajazos, al que nun- ca se movía de su sitio; y como avanzaba para agre- dir, el enfermero, injuriándole en un chubasco de infamias vertiginosas:-—«que había venido del Lz- monezro (1), para allí, que era un condenado para toda la vida, que era un asesino, un granuja y un ladrón», —descargóle una bofetada en plena cara he-
(1) El Zimociro o Limonero es la cárcel más antigua de Lis- boa. Está situada en la .tua do Arco do Limoeiro que sube hacia (íraga. Hoy es prisión civil donde están casi todos los condena- dos por sediciosos o conspiradores monárquicos. Antaño fué an- tiguo Palacio de Moeda al cual van unidos grandes recuerdos históricos. AVí fué donde el glorioso Mestre de Aviz, fundador de la dinastíg gloriosa que tundó la nacionalidad portuguesa, luego en el trono don Juan I, asesinó al Conde de Andeiro amante de la Reina Doña Leonor. — NV. del 7.
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