LA CIUDADDEL VICIO
gritos y de las voces adquiría una extraordinaria altu- ra sobre la respiración general de la ciudad. A cada momento grupos de máscaras rompían del gentío lú- gubre con el arsenal de chacotas ya sabidas, a saltos, enfilando en tumultos por esos almacenes...
Eran pastorcitas con rostros untados de berme- llón, marafoñas (1) de cigarros en las comisuras de los labios, caderas disformes, guitarra al lado y ojos turbios; y pierrots o cominos de capucha caída, toda la morralla que se divierte entre harapos y viDO...
A través de los vidrios de las portezuelas veíanse dentro de los coches señoras empolvadas, vestidos biancos, escotes de flores y lazos, guantes de cañón blando hasta el codo, estintilaciones de joyas, espu- mas de encajes, brazaletes, abanicos y esmaltes na- carados de risas... Entre los amontonamientos de formas blancas y fofas, como flores rompiendo de la nieve, a veces emergían las cabecitas de los niños con trajes de satén y oro...
Dos pasos más adelante, Gabriel se extasió delan- te de cierto escaparate con máscaras donde había mucha gente parada. Deslumbrante de gracia, mali- cia, colorido y contraste, era esa exposición de caras grotescas por el cartón moldeados en los más extra- ños visajes. Gabriel, aún infeliz y penetrado de una
(1) A pesar de no ser castellana, no temo usar esta palabra típica y expresiva que existe en el dialecto bable de Asturias, esto es, en el primitivo eastellano sin deformar. Marafeñar se dice eh Asturias a coser una cosa aprisa y corriendo; un: traje marafoñado es un traje cosido y cortado zafiamente y a la diabla
marafoñar es hacer las cosas aprisa y mal y marafoña, un pingo, auna «visión».—/N. del T.
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