FIALHO D*ALMEd1DA
ciones, la que le dió a conocer al público, confirmando los presagios que ya había hecho concebir a los que hubieran leído su cuento Funambulo de marmore, publicado en 1877; después, con un año de diferen- cia, A CIDADE DO vicio (segundo libro de cuentos), pu- blicado en 1882, y que ahora se traduce al castella- no; luego O Parz Das UVAS (1893) publicado al cabo de once años de silencio en la literatura novelesca y por fin, en 1899, Lisboa GALANTE.
Como cuentista, Fialho es sin duda alguna el Maupassant portugués, que en colorida expresión representa personajes a los cuales da una vitalidad admirable y reproduce eon relieve máximo paisajes de la ciudad o del campo. Pero hay otro aspecto en la producción artística de Fialho; es su aspecto de cronista y de crítico social, en el cual influye- ron tanto las amarguras y dolores de su vida. “Tal transcendencia tiene su vida en- sus obras (y sobre todo los primeros años de su vida), que el Vizcon- de Villa-Moura no vacila en dividir su libro sobre Fialho d'Almeida en cuatro partes, dos de las cua- les parecen derivación y corolario de las otras. Las dos primeras titúlanse: Cuba e Villa de Frades y luego A índole de Fialho. Y las otras dos últimas: O pamfletario y O artista. Cuba es la finca donde últimamente vivía; Villa de Frades la aldehuela donde nació; y en esos dos rincones del Alemte- jo está toda la historia y aún toda la ideología de Fialho, con el infermezzo de sus estancias behemias en Lisboa... que son la mitad de su vida. Y la índo- le del Fialhó de madurez resulta de su infancia en Vin,
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