FIALHO D"*AtLMEJ1?DA
—:¡Eh, sírveme esos guisantes de la decadencia!...
Bebía sin tasa, copas tras copas, dando puñetazos en la mesa. De repente preguntó:
—¿No habrá por ahí con quién walsar (1)?
—Las señoras están todas en el c/ub, respondí yo.
El, contemplando el ánfora de Estremoz, llena de- agua, que goteaba toda por los poros, hizo notar:
—Son un poquito como los vasos rajados las se- ñoras... Muy indiscretas por las hendiduras...
Entonces, canturreando, me dió palmadas en los hombros, encendió un cigarro puro y poco más que borracho, al levantarse, díjome así:
—¿No adivina lo que voy a hacer ahora?...
Confesé que no adivinaba.
El añadió:
—Traicionar al amante de mi mujer ¡qué diable!... Es la misión social de los maridos...
—:Oh, dije yo riendo, es encantador!...
Pero fuí detrás de él crujiendo los dientes de ra- bia, gañindo como un perro hambriento, con ganas de cruzarle la cara a bofetadas, de arrastrarle por los
(1) Deliberadamente conservo la antigua ortografía de wals, la que adoptamos aquí en los comienzos de la adopción del bai- le, la que se ve en todos los libros y revistas de 1850 a 1880, Wals, derivación adaptada del alemán Wa/l/z. Fialho emplea esa misma ortografía; pero yo la hago por mi cuenta, como lo hago en mis trabajos —wels frente a la ortografía de la Academia, que no acepta la doble W,—wals frente a la ortografía de 7u:/s, por-= que es más eufónica, más visual y porque me parece mejor. — WN, del 7.
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