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LA CIUDADDELVICIO

este encanto de alcatifa (1) roja ¡que es de un chic!... El rumor que se oye, no es de la ira popular, sino de ratones que me ofrecen serenatas... Posteriormen- te realicé obras, forzado por la canalla; lo confieso. Abrí una ventana hacia un zaguán que llaman Par- lamento y para evacuaciones hay el barril del Diario Oficial. ¿Te llevas esto por media libra diaria, eh?...

—¿Corona y todo, señor mío?

—Claro está, dijo el Rey Menelao.—Y con risa triste añadió:

—;¡Es de latón, menestral!... La otra me la robaron para pagar unos buques de guerra.

El poeta estuvo cavilando qué respondería. Y en voz alta, pero hablando para sí, iba diciendo:

—En el Teatro de Maravillas van a dar revista de aparato con música y bailables... A ver si el empre- sario se queda con estas frusterías por unos tos- 1068... Ñ

—¡Ya lo he alquilado en varias piezas, mi trono y mis soldados!... Pero me lo vomitan todo de vino...

—¡Estómagos rojos, —dijo el poeta. —Y haciendo una pequeña pausa, preguntó:

—Los generales de Vuestra Majestad... no sé có- mo lo diga, si... ¿se encuentran en estado de ser- vir...

—Para comisiones, gran aprendizaje... Fáltanles vergajazos (2) a los más gloriosos. Pero pintados, quedan como las rosas...

Ñ (ID Prefiero conservar la linda palabra hispano-árabe, que en castellano ya se olvidó un poco y sólo se usa en poesía, y que ba sido sustituida per la vulgarísima de alfombra. — N. del T.

(2) La típica palabra rodisios —rodezuela en la extremidad de los azotes de flagelación—no encuentro medio de verterla en castellano sino por esta sinonimia.—/V. del 7.

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