SINFONIA DE OVERTURA
MN iris la vida en Lisboa;—el termómetro l subiendo sin atender a las súplicas, subiendo y pudriéadolo todo; los despojos subterráneos y la frescura de las mujeres, la carne de venta al por me- nor y la carne de alquiler, los artículos de los perió- dicos diarios y los artículos alimenticios)... En Lisboa se suda mucho, por la piel y por los criados... Y a ve- ces, bajo el influjo de una hora de sol o de publici- dad, cualquier persona se arriesga a quedar con la ropa chorreando agua y con la reputación hecha añi- COS...
En el verano, semejante fenómeno se exagera con violencias ecuatoriales; ni helados ni discreción, lo* gran atenuarle los ímpetus... No hay más remedio que padecer o marcharse. Yo me marché...
¡No imaginan qué sencillez holandesa de tozlette y qué frescura de linos, visibles en chaquetas sin forro yen pantalones sin forma!... Botones de madreperla del diámetro de relojes, altas polaísás atándose a la pierna por correas en cruz, el cinturón de cuero con
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