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mo un péndulo que cada vez hace oscilaciones de menor arco, así el impulso del corazón se debilitaba sucesivamente... Al llegar de mañana el viejo doctor Patricio aún sentía bajo los dedos nudosos el pulso vermiforme que, ondulando, huía en un hilo muy te- nue. A las diez, la onda partida del corazón era menos viva ya y solo llegaba debajo del codo...
Después se hizo aún más corta y recordaba así el ejército en retirada que lentamente va desguarne- ciendo un campamento. Apenas le sintió frías las extremidades y, en un desvarío de muerte, pudo es- tudiar en el rostro de la hija la anatomía mortificada y plúmbea—que es la tozlette del cuerpo para las todas del cementerio—la pobre vieja desató a cla- mar por las habitaciones como loca, tropezando en los muebles y despedazando las ropas de su mísera viudez...
Corrían al llamamiento los viejos amigos de la casa y las santas mujeres que habían visto nacer a la pobre María Jesús. Y un lloro cortado de lamen- tos llenaba la casa produciendo alarma en las ca- Mes... Alguien notaba desusada actividad en el pa- lomar... Los jefes de la bandada entraban por lasven- tanicas del palomar, casuchas picaban rabiosamente a las hembras en el halago de la empollación, haciéndolas saltar de los nidos; y en revoloteos locos por encima d+] mirador, la turba ahuyentaba alguna cosa de los aires, pareciendo perseguir a un enemigo oculto, sin arrullos, sin empujes, sino de una forma incansable... En el vértigo de la desbandada eran profanados los nidos, ro taban los huevos des-
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