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LA CIUDADDELVICIO

Boqueixáo dos Fe rreiros, “Escandihas da Praia.

En 1872 abandona el colegio porque su padre no puede sestenerle en él ni pagar la mesada módica que pagaba, Entonces cesa para Fialho la feroz e injusta convivencia con sus condiscípulos, entre los cuales había sufrido tanto y había palpado tan a las claras su dependencia e inferioridad social... Va a servir luego en una farmacia, como dependiente mal tratado y mal retribuído. ¡Qué triste debió de ser para Fialho esa época de dependencia, sintiéndose ridículo mancebo de botica, él que dentro de sí ad- vertía ya la llama creadora del genio literario!... Así como Daudet contó en Petit chose las amarguras de su adolescencia cuando sirvió de profesor en un co- legio privado, creo yo que Fialho quiso reflejar en el marcano quenos pinta en su hermoso cuento O roubo— contenido en esta colección A CIDADE DO vicio—algo de sus amarguras de mancebo de botica, y debió al escribir esas páginas poner en ellas cierta emoción autobiográfica, aunque disfrazada bajo el velo de la narración novelesca. Fialho fué, pues, por algún tiempo de su vida, un dependiente de farmacia como aquel que tan admirablente nos ha trazado Tlau- bert, en Madame Bovary. ¡Cuáles no debieron ser las bajezas y humillaciones que allí sufrió, en la tras- tienda de la botica, bajo la mirada inquisitiva del amo y sometido a convivencias de gente rahez e in- ferior-a su nivel moral y mental!... Practicaba (di- gamos la palabra técnica) en la farmacia, seguía los. cursos de Medicina, alternando las clases con los servicios de aquella dependencia mercantil que se:

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