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Página:Daany Beédxe.djvu/67

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forma y que estaba en todas partes al mismo tiempo. Águila Nocturna sentía en su interior, que ese espacio le reconfortaba el espíritu. Voces antiguas, salidas de las profundidades, le decían que ahí estaba su destino; las mismas paredes de los edificios, parecía que le daban la bienvenida a un viejo amigo.

Cada año que entraban cuatro nuevos estudiantes al recinto de La Casa de la Medida, se les asignaba un tutor entre los maestros, que tenía la responsabilidad del grupo en lo general y de cada estudiante en particular. El tutor tenía la obligación de conocer profundamente al aspirante, porque en su momento tendría el compromiso de solicitar, para beneficio de la comunidad; un lugar en el gobierno, la administración o en el sacerdocio. Ese año el tutor del grupo fue Serpiente de Fuego, uno de los maestros más sabios que había tenido la institución en su centenaria existencia. Serpiente de Fuego era un hombre de apariencia juvenil, ligera, flexible y sobre todo, muy jovial. Sin embargo, su mirada era profunda y penetrante, parecía que tenía el poder de penetrar las mentes y los corazones, pero a pesar de esto, su mirada no era desafiante o peligrosa. El peso de su mirada, hacia misteriosamente que las personas se intranquilizaran en su interior. Era difícil calcularle la edad, se sabía que ya tenía más del atado de años, pero su cabello blanco, recordaba a esos jóvenes que encanecen prematuramente.

Una de las características de la vida en La Casa de la Medida, es que no existían las rutinas, salvo el culto a la Divinidad Suprema. La enseñanza y la vida misma, estaban diseñadas de tal forma, que todo resultaba imprevisible. Decían los maestros que con las rutinas, el ser humano atrofia al espíritu y la mente; así que los jóvenes trabajaban, estudiaban y rendían culto a la Divinidad Suprema, de noche o de día, lo mismo en la montaña que en el templo o en el salón de clases. Las actividades se dividían en tres partes equitativas: una para aprender el culto a las diversas advocaciones de la Divinidad Suprema, dirigida por los sacerdotes; otra para investigar la sabiduría de los Viejos Abuelos, llamada Toltecáyotl, asesorada por los maestros y, una tercera, para analizar y reflexionar los conocimientos adquiridos y su directa relación con ellos mismos, guiados individualmente por el tutor. La vida en esta

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