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DE MADRID A NAPOLES

romeo descienden del mejor Santo que ha habido subre la tierra.—Ya verán ustedes esta tarde su estátua colosal, cerca de Arona.—Este Santo existió hace tres siglos, y era sobrino del Papa. El fue el inventor del Catecismo que aprendemos en la escuela, y estuvo en el Concilio de Trento, donde trabajó como nadie contra los herejes enemigos de la Madonna (la Virgen María). En premio de esto, la Madonna le libró del puñal de unos frailes muy malos, que trataron de asesinarlo sólo porque se empeñó en melerlos por vereda y corregirlos de las malas mañas que habian adquirido. Cuando la peste de Milan, llevaba los enfermos acuestas... ¡y eso que era Arzobispo!... y pasaba la noche á la cabecera de los enfermos pobres, de los pescadores como yo, sin temer el contag?o ni la incomodidad de las viviendas humildes. En fin, despues que murió , que fue á los cuarenta y seis años, Dios concedió á su sepulcro la virtud milagrosa de curar enfermedades mortales, por lo cual se vino en conocimiento de que aquel hombre tan bueno era un Santo, y Pablo Y, pontífice muy célebre, lo canonizó tal como hoy se halla...—Yo me llamo Cárlos , para servir á los señores. Esta relacion (que apenas discrepará en un ápice de la del barquero) me ha parecido digna de figurar íntegramente en mi relato; pues, sobre contener noticias muy ciertas, respira tanta gracia como inocencia y bondad.


En esto pasamos cerca de una nueva isla, tan raquítica y diminuta, que ni figura en los Mapas, ni en las (Guías, ni en los Diccionarios. —E mismo barquero la habia juzgado indigna de mencion, creyendo sin duda que nosotros no repararíamos en ella.

Aquella isla, que parece una hija recien nacida de las Borromeas, tendrá cincuenta pasos de circunferencia y apenas sobresale un pié del nivel del lago.—En ella crecen dos sauces y medio, extremadamente en- debles y muy pálidos.

Cuando nosotros cruzamos á su vista, habitábala, al modo de Robinson, un barquerillo de diez á doce años, que habia amarrado su ligera barca á uno de los sauces, y tomaba el sol, tendido boca arriba sobre la arena , fumando y cantando alternativamente.

Los sauces, la isla, la barca y el muchacho formaban un cuadro tan gracioso, tan sencillo, tan artísticamente dibujado sobre el fondo brillante de las aguas, y por añadidura tan pequeño, que todo ello junto parecia un juguete modelado en barro para servir de palillero en una mesa.

Réstame decir que la tal islilla suele dar sus capuzones en el agua quedar sumergida durante meses enteros; pues la superficie del Lago Mayor sube algunos años, en la época de las grandes lluvias, hasta tres metros y medio sobre su nivel habitual. — De aquí que los sauces sean tan débiles y enfermizos.—Los baños largos debilitan mucho.

Por lo demás, aquel paraje antibio ha merecido los honores de llevar un nombre. —Se lama la Isla de Malghera.