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DE MADRID A NAPOLES

Joliette , obra colosal que engendra otras muchas ; pues , trasladando de una parte á otra la gran entraña de la ciudad , arrastra en pos suyo lo mejor de la población, que levanta centenares de palacios sobre peñascos ayer desiertos.—La protección directa de Napoleón y el genio de Mirés eran entonces el alma de aquella maravillosa y rápida transformación.

Sin embargo, esto no quiere decir que Marsella resucite. Marsella no ha dejado de vivir durante miles de años. Marsella no hace mas que aprovechar algún tiempo perdido y colocarse de un salto á la altura de nuestra época.—Y es que esta ciudad, por su posición geográfica, tiene que ser perpetua. — Yo me atrevo á llamarla el Puerto clásico de Francia: digo mas: yo creo que es la Puerta principal de Europa. E indudablemente : Europa se comunica por allí hace mucho tiempo con el resto del mundo. Los marselleses han visto desfilar por la gran calle de la Cannebiere, ejércitos y reyes de casi todos los pueblos del mundo, embajadas de los mas remotos paises , viajeros chinos , indios , negros, americanos, japoneses, australes, y cuantas alimañas tenemos por prójimos sobre la tierra.—La posición de Francia, enclavada entre las naciones que han llevado ó llevan la iniciativa en la política y la civilización del mundo, ha dado lugar á este privilegio.

Ni es de ahora semejante prerogativa. La antigua colonia focense, la después Provincia romana, la que fue un tiempo Estado independiente, ya condal , ya republicano, ha tenido siempre este carácter cosmopolita; y bien lo denotan sus habitantes.—Marsella, como muchas ciudades marítimas del Mediterráneo, y en particular como Genova, refleja en sus costumbres, en el tipo de sus moradores, en su genio particular, la manera de ser de todos los pueblos vecinos á ella á través de las olas. Hay en los pobladores de la Ciudad Vieja y del Muelle no sé qué reminiscencias griegas, berberiscas, turcas, italianas y españolas, que ya se revelan por un accesorio del traje, ya por una palabra del dialecto, ora por un rasgo fisonómico, ora por una tradición desfigurada. Es, en fin, Marsella un pueblo franco , anseático , levantisco ; una confusión de gentes ; un bazar de mercaderes y aventureros de todos los paises; una patria aleatoria: — especie de metrópolis ó emporios que ha habido siempre , desde Sidon, Tiro y Cartago hasta Gibraltar...—que Dios confunda!

Volviendo á mi viaje, os diré que , no bien puse el pié en Marsella, dime cuenta de lo muy adelantados que están los franceses respecto de nosotros, en punto á lo que se llama civilizacion.

Sí , señor: advertí (como todos los españoles que penetran en territorio francés, y como yo mismo había notado la primera vez que tuve tal honra) que el dinero empezaba á ser eficaz y fecundo, ó, por decir mejor, omnipotente, y que, gracias á él, encontraba uno allí al alcance de la mano todos los regalos y comodidades... del cuerpo.—(Del alma ya nos ocuparemos más adelante.)—Advertí, digo, que la facilidad y accesibilidad de todo; el buen orden público y particular de todas las cosas... ma