como los capiteles, son de bronce dorado. Cuatro sepulcros de mármol blanco, adornados con estatuas y con figuras alegóricas, se destacan valientemente sobre el fondo oscuro de tan lúgubre columnata. Aquellos sepulcros contienen las cenizas de ciatro Duques de Saboya, uno de los cuales es Emmanuel Filiberto, de quien ya hemos hablado al ver su Estatua ecuestre. —La cúpula consiste en una superposición de muchas bóvedas, caladas artificiosamente, en medio de las cuales la luz del dia finge una gran corona aérea, una especie de estrella rutilante, cuyo iulgor esclarece la íúnebre capilla, yendo á desvanecerse en el pavimento, que es de mármol celeste, salpicado de estrellas de bronce. —Diríase, pues, que aquel luctuoso recinto se eleva sobre el cielo y que la cúpula trasluce ya un reflejo de la Gloria.
En el Altar hay un gran relicario de plata , bajo un fanal magnifico. — En él se guarda el Santo Sudario que envolvió el cuerpo de .íesús. —El sacristán que nos acompañaba sostuvo acaloradamente (contestando á las observaciones de un inglés), que los otros Santos Sudarios que se veneran en San Pedro de Roma, en Besanzon y en Cadouin son apócrifos y supuestos , y que el único auténtico y verdadero era el que teníamos de lante.
Después de la Catedral y de esta Capilla, las Iglesias más notables son:
San Lorenzo, celebrada con justicia por su doble cúpula ingeniosísimamente edificada:
La Consolata, famosa también por la devoción que inspira y muchos peregrinos que atrae una Virgen que hay en ella:
San Felipe Neri, la mas espaciosa de Turin, construida, como todas las anteriores , por el padre Guarini:
El Corpus Domini, y su aneja el Espíritu Santo, insignes las dos por la riqueza de sus adornos, y muy renombrada la última á causa de haber abrazado en ella el catolicismo Juan Jacobo Rousseau, á la edad de diez y seis años, —conversión que anuló en Ginebra veinte y seis años después, volviéndose al protestantismo:
Y por último, Il Tempio Valdese ó Iglesia Evangélica, que es como quien dice protestante , erigida á consecuencia de la proclamación de la libertad de cultos en 1848 , y bastante bella como obra de arquitectura.
Pasemos, pues , á otra cosa; pero antes de pasar á ella, consignemos una especialidad negativa de Turin.
Turin, mis amados lectores, es acaso la única gran ciudad de Europa en que no se ve ni una sola fuente monumental.
La otra cosa de que iba á hablaros es del Palacio del Tasso, que se levanta en la calle de la Basílica , y en el que Ici !a siguiente inscripción: