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DE MADRID A NAPOLES

TORQUATO TASSO

NEL EAOERE DELL'ANNO MDLXXVIII

ABITÓ QUESTA CASA PER POCIU MESSl E IV

CONSACRO PER TLTTl I SECOLI.

(Torcuato Tasso, á fines del año de 1378, habitó esta casa pocos meses y la consagró para toilos los siglos.)

Esta inscripción se refiere á una de las muy contadas épocas felices de la vida del gran poeta. —Os diré el caso, tal como lo sé.

Reinaba en Turin el célebre Emmanuel Filiberto, de quien tantas veces hemos hablado , é iban pasados tres años desde que la Jerusalen libertada (á pesar de la envidia y de la ignorancia, que tan mal la recibieron) habia demostrado á la Italia que Torcuato Tasso era el primer poeta de su siglo.

Cuantos príncipes y señores gobernaban á la sazón la península (que lo menos serian ciento), procuraban atraer á su corte al creador de Tancredo y de Reinaldo ; pero el pobre cantor se habia enamorado perdidamente de Leonora, hermana del Duque de Ferrara, y no sabia alejarse de ella, á pesar de los tormentos que su esquivez y el orgullo de su hermano le daban á probar continuamente.

Perdió en esto la razón el infeliz Tocuato, y con ella la esperanza de ablandar aquellos corazones de roca; por lo cual huyó de la ciudad de Ferrara, y empezó á vagar de córte en córte; honrado, sí, en todas ellas, pero indiferente ya á todo halago , enfermo , loco , miserable , y sin poder apartar de su alma la imagen de Leonora.

Sabedor Emmanuel Filiberto de tanta desventura, creyó encontrar la manera de remediarla, proporcionando al gran poeta un triunfo y un honor de que no hubiera ejemplo en la antigüedad. —Imaginó, pues, construir á las orillas del Po una copia de los Jardines de Armida, y dar en ellos una fiesta semejante á las que describe Torcuato en su inmortal poema, y envió emisarios á éste , invitándole á dirigir la obra y la representación, —pretexto decoroso que le permitiría asistir á la poteosis de su genio.

El Tasso acudió á tan delicado llamamiento (y esta fué la ocasión en que habitó el Palacio de la calle de la Basílica). Las Fiestas de Armida llegaron á tal grado de esplendor, que se habló de ellas en toda Europa. El infortunado vate descansó algunos meses en la culta y galante corte de Turm, y sus dolores se adormecieron en medio de los agasajos, de las atenciones, del amor y del entusiasmo que lo rodearon á todas horas.

Lo que después sucedió al Cantor de Godofredo, ya se lo contaré á quien lo ignore , cuando pasemos por Ferrara y cuando visitemos el convento de San Onofre en Roma... —Ahora os contentareis con saber que hace pocos años un inspirado artista y célebre hombre político, Massimo d'Azeglio, pintó un magnífico cuadro que representa las Fiestas del jar-