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DE MADRID A NAPOLES.

atentó á la vida de San Carlos Borromeo cuando este insigne varón (rato de corregirla, por lo que fue disuelta y severamente castigada) encierra, además de la Galería de Cuadros, un Gimnasio, la Escuela de Bellas Artes, el Observatorio, el Gabinete de Numismática, una gran Bibliote es con 200,000 volúmenes, y el Instituto de Ciencias, Artes y Letras. Dicho se está, por tanto, que es un enorme edificio.

Entrase en él por un espacioso patio, en medio del cual se encuentra provisionalmente la Estatua colosal de Napoleón, esculpida por Canora. En la meseta de la escalera hay otra Estatua que representa al juriscon sulto Beccaria, al ilustre impugnador de la pena de muerte.—En el piso principal se halla la Pinacoteca, ó sea el Musco de Pinturas,—que era lo que yo iba buscando.

Este no llega ni con mucho al nuestro de Madrid; pero encierra sin embargo muchos y muy buenos cuadros de maestros tan eminentes como Rubens, Tintoreto, Dominiquino, Palma il Yecchio, Guido Reni, Yan Dyck, Pablo el Yerones, Giorgione y otros que citaré mas adelante.

En el vestíbulo admiré unos hermosísimos frescos de aquel Luiai cuyo nombre oí pronunciar por la primera vez en la Cartuja de Pavía.

(Bernardino Luini, á quien se supone discípulo de Leonardo de Vinci, por lo mucho que se le asemeja en el estilo, es generalmente descono cido fuera de Italia. Esto se esplica fácilmente. Las obras de Luini no han viajado, por la sencilla razón de que casi todas son fréseos, y su re putación no viajó tampoco, porque iuvo la desgracia de nacer al mismo tiempo que aquellos colosos del arte llamados Rafael, Miguel Ángel y Leonardo de Yinci. Solamente hoy ha empezado á hacerse justicia al ex quisito gusto y suave delicadeza de su pincel, que se inspira á un mismo tiempo en la piedad y en la forma, y combina sabiamente el espiritualis mo de los pintores trecenlistas con la verdad humana—pagana, por mejor decir,—á que propendía el Renacimiento.)

Entre las obras que Luini ha legado á la posteridad en el citado ves tíbulo, se ve una Santa Catalina trasportada al cielo por tres ángeles, que es indudablemente el original ó el tipo de otras muchas composiciones análogas que andan por el mundo, y las excede á todas en dulzura, las piración y maestría.

Más adelante llamó mi atención un San Jerónimo en el desierto, de Tíciano, que me recordó otro cuadro mayor, pero copia de este, que hay en el claustro principal alto del Escorial.

También descuella en el Museo de Brera el célebre Baile de los amo res de Albano, lienzo copiado miles de veces por el pincel, el lápiz y el buril, y que es acaso la primera obra de su género.

El conserge de la Pinacoteca tuvo especial cuidado de decirme, al llegar en frente de un cuadro de Guercino da Cento, que representa á Abmbam repudiando á Agar, que lord Byron se había pasado muchas horas en diferentes ocasiones contemplando extasiado aquella pintura... Yo la miré entonces con el detenimiento que podéis imaginaros, y pa