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DE MADRID A NAPOLES

nes y alamedas que delimitan una esteusísima Plaza, la mayor que he Yisto en toda mi vida.—Era la Plaza de Armas.

Indudablemente, aquel es el punto más bello y inas grandioso de todo Milán.—Diez mil árboles rodean la gran planicie, formando redobladas calles.—En un lado se ve el Castello, antigua morada de los Duques, convertida hoy en cuartel, pero imponente y noble todavía.—Detrás de la fortaleza se distingue una vista panorámica dela Ciudad, cuyas torres y cúpulas campean airosamente sobre el cielo.—Entre ellas se levantan arrogantes las caladas agujas de la Catedral, como los cedros entre los pinos.—Esta vista panorámica es mucho mas artística que la vista de pá jaro que se disfruta desde lo alto del Duomo.

En otro lado se eleva magestuoso el célebre Arco de la Paz- ó del Sim plón, erigido en la puerta por donde Napoleón 1 entró en Milán el año de 1807.—Por cierto que más tarde, cuando el Austria volvió á imperar en Lombardia, este arco fué consagrado, no ya á la gloria, sino á la men gua del vencido en Waterloo, y se grabaron en su mármol fechas tan aciagas para Francia y para Italia como la Batalla de Leipsik, la Capitu lación de Dresde, la Entrada de los cosacos en París, la Vuelta de los austríacos á Milán y los Tratados de 18 i o.

Todas estas inscripciones se han borrado después de la Batalla de Ma genta, escribiéndose en su lugar las siguientes palabras:

ALLE SPEUANZE DEL REGNO ITÁLICO

AUSPICE NAPOLEONE PRIMO

1 MTLANESI DEDICARONO L'ANNO MDCCCVIl

E FRANCATI DA SERVlTÜ

FELICEMENTE RESTtTUIRONO L'ANNO MDCCCLI? v.

El nombre de Arco del Simplón, que en mi concepto es el que más le gítimamente le corresponde, signilica que allí termina la gran carretera que ya conocemos.—Por lo demás, la obra es soberbia, de puros y ele gantes contornos. Toda ella está construida con mármol blanco, y coró nanla el Carro de la Paz, arrastrado por seis Caballos de bronce, y cua tro Estatuas ecuestres del mismo metal, represeotando Heraldos que parten en encontradas direcciones á estender la buena nueva.—El costo de este monumento pasó de 17.00'),000 de reales.

Finalmente, entre el Arco y el Castello vénse los muros de L' Arena, inmenso Anfiteatro, digno de la antigua Roma;—pero no obra suya, como cualquiera creería á primera vista; sino de un hombre de estos tiempos, digno también de los siglos clásicos.

L' Arena fué construida por orden de Napoleón I, en 1805, Su forma f'S elíptica y está ajustada perfectamente á los modelos de la antigüe dad.—A la entrada hay un pórtico de ocho columnas de granito.—El diá metro grande del Giren es de 750 pies.— En las gradas, cubiertas hoy.de