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DE MADRID A NAPOLES.

de los maguates que las de los pobres, asi las públicas como las de dominio particular, son completamente iguales. Esta igualdad procede de una Ley dada hace tres siglos, á causa de las grandes sumas que los nobles, empeñados en una insensata competencia, gastaban en adornar sus gón= dolas; ley de que sólo están exentos los embajadores.

Ahora bien: la más pobre imaginacion podrá adivinar el cúmulo de misterios á que se presta semejante uniformidad, y el aspecto interesante y dramático de estas enlutadas navecillas, cuyo número no baja de 9,000.

Y, á propósito: la poblacion de Venecia, enestos últimos años, ha fluctuado entre 120 y 130,000 almas.—Bajo la república pasaba de 200,000.

Hablando de estas cosas, nos acercábamos al Lido...

El Lido es una larga y estrecha isla, Ó por mejor decir, un banco de arena, que se extiende entre la Laguna de Venecia y el Adriático.—Lido en español significa ribera.

En otro tiempo se llamó bovense, por el mucho ganado vacuno que pastaba en sus prados. Más tarde levantáronse en él muchas casas, de que aún se ven los cimientos. Despues fue cementerio de judíos, como lo acreditan todavía algunas preciosas tumbas medio arruinadas.—Hoy está todo plantado de viñas y huertas.

No bien desembarcamos en el Lido, mi primera operacion fue atravesarlo en línea recta, buscando la playa marítima.—Crucé, pues, fuera dle camino, sobre vides y sembrados, y en menos de cinco minutos me encontré en frente del Adriático, Ó por mejor decir, con los pies en sus espumas...

El Mar es para mí un antiguo y buen amigo, á quien siempre encuentro con placer. Debo, sin embargo, advertir que el Océano me infunde veneracion y respeto, y el Mediterráneo amor. Asi es que nunca podré olvidar el entusiasmo con que un dia, desde las estribaciones del pequeño Atlas, entre Tetuan y Tánger, los ví á los dos á un mismo tiempo; el uno, á mi derecha, azul y reposado; el otro, á mi izquierda, verde y tormentoso.—Aquel día me di cuenta, mejor que nunca, de los varios afectos que me inspiran. El Mediterráneo me parecia la vida; el Oceano la eternidad. El Mediterráneo me hablaba de muchos lugares conocidos, de ciudades amadas, de horas inolvidables, de séres ligados á mi corazon... El Oceano elevaba mi mente sobre la existencia humana y sumergía mi pensamiento en lo infinito.—El mar que principia en lus Columnas de Hércules y ter= mina al pie del Monte Carmelo, me recordaba nombres, pueblos, historias, Civilizaciones afines con mi alma; mi religion, mi patria, la historia 4e Europa, sus guerras, sus primeros pobladores; Egipto, Fenicia, Car= tago, Grecia, Roma gentil y Roma cristiana; la Palestina, cuna de nuestra fé, y el litoral africano, de donde se lanzaron sobre España... quién sabe si vuestros ascendientes ó los mios...

El otro mar no me decia nada... y me le decia todo... El otro mar no