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DE MADRID A NAPOLES

son) los principales productos del país.-El territorio estaba dividido er seis provincias: Modena, Guastalla, Frignano, Garfagnana, Massa-Carrara y Lunigiana, y Reggio.-El Gobierno era monárquico absoluto, con cinco Ministros y un Consejo de Estado.-Un Delegado administraba cada provincia.-Las ciudades de segundo órden tenian un Podestá, y las de tercera, un Síndico (Sindaco).

La historia antigua y media de Módena es, sobre poco más ó ménos, la de todas las ciudades del Norte de Italia, que ya hemos referido varias veces. Conque vengamos á tiempos más modern os.

Módena se dió en el siglo XIII á Obizon II de Este, que reinaba en Ferrara. César de Este trasladó la córte á Módena á principios del siglo XVII. Francisco I, nieto suyo, compró á España el Principado de Correggio, y mandó los Ejércitos franceses.-Francisco III fue Generalisimo de los Ejércitos españoles en la Guerra de Sucesion, lo cual le costó su Ducado, que le devolvimos en la Paz de Aquisgram. Su hijo Hércules III tuvo que emigrar, dejando sus Estados en poder de los ejércitos republicanos de Francia.-Módena formó luego parte de la República cisalpina, y despues del Reino de Italia, ó sea del imperio Napoleónico.

Estamos casi en nuestros tiempos.-Francisco IV, nieto de Hércules III, y educado en la emigracion (donde habia reinado nominalmente su padre Fernando, Archiduque de Austria y tirano de la Lombardía), entró en Módena en 1814, á la edad de treinta y seis años, y tomó posesion del trono duc al de sus abuelos maternos.- Desde luego se mostró acérrimo enemigo de toda idea liberal, y, apoyado en el Austria y en los Jesuitas, estableció el gobierno-modelo de la Restauracion. Nadie fué tan lejos como él en fanático amor al antiguo régimen y en el desprecio y olvido de todo lo que habia pasado en Europa desde 1789 á 1815, de cuyas resultas, en 1831, secundaron los modeneses el movimiento revolucionario de Bolonia y arrojaron del trono y del país al intransigente tiranuelo. Pero este tiranuelo era Archiduque de Austria, y volvió al frente de 15,000 tudescos, que lo restablecieron en el amor y obediencia de sus súbditos. Entonces empezaron las represalias: Francisco IV mandó á los austriacos que lo vengasen, y éstos saquearon, incendiaron, hirieron, ahorcaron á su sabor durante algunos meses, hasta que el país quedó completamente tranquilo, con lo cual se marcharon los extranjeros, prometiéndole al duque hacerle nuevas visitas cuantas veces creyese oportuno afianzar y garantir la felicidad de sus italianos.

Una vez solo entre sus amados súbditos (entre su medio millon de hijos), Francisco IV publicó un Manifiesto clasificándolos en cuatro especies: fidelisimi, fideli, traviati y congiurati. A los fidelisimos les prometia grandes recompensas: á los fieles les aconsejaba que lo quisiesen con más fervor: á los extraviados los compadecia y perdonaba con tal que acreditasen con su conducta un firme propósito de enmienda; y á los conjurados les ofrecia ahorcarlos tan luego como los co giese. No contento con esto, fundó un periódico, titulado La Voce della Verità, en que, así él