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DE MADRID A NAPOLES

Reggio, que sólo encierra 19,000 habitantes, tuvo tambien sus tiempos de República independiente y de Reino infinitesimal.-Decididamente, un viaje en ferro-carril al través de tantas antiguas monarquías, se parece en cierto modo al Viaje de Micromegas.

Despues de salvar otro riachuelo, paramos en la estacion de San Hilario, cerca de la cual se ve sobre la via Emiliana un Arco de triunfo, levantado hace dos siglos en celebridad del casamiento de un Farnesio con una Médicis.

En seguida pasamos á la vista de San Lázaro, poblacion famosa por su hospital de leprosos, y llegamos á las orillas del

Enza, caudaloso torrente, que sirve ó servia de frontera á los Ducados de Parma Módena.

En San Próspero, primera aldea del Estado de Parma, el pais llega á un indecible grado de fertilidad y hermosura.-El verde manto del Apenino baja hasta aquí, recamado de plata por mil arroyos bullidores, que sólo están en actividad durante la primavera y el otoño. El verano los seca y el invierno los petrifica en su cuna.

A lo lejos distingo ya entre el arbolado las cúpulas y campanarios de Parma, dorados por el sol...

¡Por cierto que la Ciudad de los Farnesio, asentada en medio de tan amena y dilatada llanura, me parece, más que una córte de Italia, un inmenso palacio campestre, un sitio real, perteneciente á la corona de España!...

Esto es injusto y egoista...; pero ¿quién pone una mordaza á la loca imaginacion?-¡Ha oido uno decir tantas veces que España tiene derechos al Estado de Parma! ¡Están tan enlazadas sus historias! ¡ Van tan unidos sus nombres! ¡Asi es que mis afectos se sobreponen á mis ideas; y despues de haber abominado de la fatal division en que los italianos han vivido hasta ahora, estoy ahora por lamentar la fusion de Parma en Italia. -Ya me acusé el otro dia, viendo salir el sol desde una calle de Ferrara, de cierto fanatismo patrio.-«¡Perezcan los principios y sálvense las colonias!» Tal es mi primer grito cuando se trata de la patria...

Sin embargo, esto no pasa de ser una intemperancia del afecto, que la reflexion se apresura á reprobar. Scamos consecuentes con nosotros misinos y con la justicia. Por muchos tratados que firmen los poderosos de la tierra, los derechos de un pueblo á reinar sobre otro son fátuas convenciones que repugnan á la razon.-Los hechos consumados por la fuerza no tienen más razon de ser que la fuerza misma, y cuando esta cesa, los hechos cesan tambien, sin que sea dado invocar entónces la autoridad del tiempo. -El tiempo no sanciona lo absurdo: antes lo desvirtúa constantemente, puesto que acredita la inmortalidad y la impenetrabilidad del derecho. -Mil años de violencia pueden ser anulados por un solo dia de libertad.

Conque dejemos á Italia ser Italia, y contentémonos nosotros con ser España, ó, por mejor decir, lamentémonos de no serlo enteramente. Olvidemos un poco nuestros derechos eventuales á Parma, y acordémonos algo