teramente sobre un lecho de nubes , de cara al cielo. Diríase que está pintada para vista, no desde la tierra, sino desde la Gloria; para contemplada desde arriba, no desde abajo. — Desde abajo sólo debería verse la nube en que va tendida, ó cuando más su túnica flotante y su cabellera de oro. — Pues bien : lo mismo desde el Altar Mayor que desde lo alto de la Cúpula (adonde he subido) , se ve toda la figura de María ; se ve su cara; se ven sus ojos; se ve de frente y de espaldas; como si se levan- tara alejándose de vos, y como si se os acercara al mismo tiempo ; como si estuvierais esperándola en el cielo y la vierais subir en vuestra busca. — '¡Y qué mirada; qué leve sonrisa la suya! ¡Qué boca entreabierta! ¡Qué ojos, anegados en amor y alegría! ¡Qué fuego en su actitud!... ¡Es la primera vez que estalla el júbilo de la que había sufrido tanto! — Allá en el éter, en medio de una luz que no es de este mundo, se ve un ejército de Arcángeles, de Querubines y de Santos que sale á recibirla. De los Que- rubines sólo se distinguen las inspiradas cabezas entre nubes de ópalo y rosa. Los Arcángeles se hallan más próximos con las alas estendidas. Entre los Santos se destacan los Apóstoles, los amigos de la Madre de Jesús. — Los Angeles, esto es, un tropel de niños alegres y graciosos, sostienen á María; empujan la nube que le sirve de carro triunfal; rompen el aire, como abriéndole camino... ¡Este es su acompañamiento ! ¡ Con aquellos inocentes ha hecho el viaje de la tierra al Cielo! ¡Y cuán ufanos van ellos con su Reina y Madre ! ¡ Con qué entusiasmo y regocijo tocan instrumentos y bailan en derredor suyo, la aplauden palmoteando, la re- quiebran, levantan por alto inútiles antorchas, queman perfumes, esparcen flores... — Es una explosión de gozo, de caridad, de bienaventuranza, que no tiene rival en la historia del arte. — Hay quien dice que, más que el místico triunfo, aquella pintura es la apoteosis de María. — Tal vez sea cierto, y por eso he establecido yo la comparación entre Correggio y Murillo.
Desde la Catedral me he venido al Palacio Ducal, donde escribo estas hojas de mi cartera y donde me pasaré toda la tarde; pues aquí se hallan reunidas las demás cosas celébrese ilustres que encierra Parma. — Porque habéis de saber que el Palacio Ducal es una colección de edificios que comprende : la Regia Morada de los antiguos Duques, el famoso Teatro Farnesio, la Academia de Bellas Artes (renombrada en toda Europa por las obras maestras de Correggio que aún adornan sus muros), los Archi- vos, la Biblioteca, el Museo de Antigüedades, y finalmente, el vasto y frondoso Jardín Ducal, que sirve de Paseo Público.
Una vez dentro de aquel laberinto de construcciones , diríjome á la Academia, en busca de una celebérrima obra de Correggio que hace mu- cho tiempo deseo admirar. — Tales su famoso lienzo, conocido con el nombre de San Gerónimo, llamado así, no porque este Santo sea la figura principal del cuadro, sino por lo admirablemente representado que se ve en él al insigne Autor de la Vulgata.