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DE MADRID A NAPOLES


II.


PISA.


(Escrito en Florencia).

Pocas ciudades tendrán una historia tan dramática y tan gloriosa como Písa. — Fundada por los griegos ; engrandecida por los romanos; asiento después de Marqueses y Condes que la gobernaron soberana- mente; República, en fin, no menos ilustre que las de Génova y Venecia, y rival y vencedora de ellas en muchas ocasiones, Pisa dominó largo tiempo en el Mediterráneo, donde sus galeras fueron tan respetadas como temidos sus ejércitos en tierra. — Ella arrancó á los sarracenos la Cerdeña y las Islas Baleares ; envió sus hijos á la conquista del Santo Sepulcro; luchó denodadamente con los piratas que rondaban las playas de Europa, como los lobos los apriscos; llevó su comercio de Cádiz á Crimea, y con él la civilización y la cultura; fué emporio de las ciencias y de las artes, y asombró al mundo con sus monumentos. Pero, desgraciadamente para ella, conservó su carácter díscolo y guerrero en sus relaciones con Luca, Génova y Florencia, sus hermanas y vecinas, y militó bajo el estandarte gibelino en las grandes luchas del Imperio con el Papado. Esto le enagenó las simpatías de Italia. Sus rivales cayeron entonces sobre ella (1250); destruyeron sus escuadras; devastaron su territorio; la conquistaron, en fin, y la hicieron decaer y agonizar... precisamente en el instante que se levantaban y empezaban á florecer muchas otras ciudades de la misma Península.

La agonía de Pisa se prolongó todavía dos siglos. — Durante ellos, se revolvió desesperadamente bajo el yugo de Florencia, sacudiéndolo más tle una vez, gracias al heroico esfuerzo de los písanos... y hasta de sus mujeres, que se batieron denodadamente, eclipsando el valor de los más fuertes varones, el último día de la libertad de Pisa. — Después de este supremo combate, y en tanto que los florentinos entraban poruña puerta de la capital, la mitad de los písanos emigraba por las otras...

El mar, indignado (que diria un poeta místico) de rendir tributo á una ciudad abierta á moros y judíos, turcos y árabes y toda clase de enemigos de Dios, se había retirado entre tanto de sus muros, y Liorna surgía en la nueva playa, atrayendo al resto de la población de Pisa... — Quedó, pues, ésta casi despoblada , muerta como se halla hoy, y á merced desde entonces de los victoriosos florentinos.

Se podría, pues, asegurar que á Pisa le ha acanzado la enérgica maldición de Dante :

¡ Ahi Pisa, vituperio delle-genti

del bel paese lá, dove 'si suona!

Poiché i vicini á te punir son lenti,