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DE MADRID A NAPOLES

La una se llamaba Alicia y la otra Lucila.

Voy á contaros la historia de Alicia; historia que, segun ella, se parece á la de cien mil mujeres de París.

Es muy breve.

— «Yo, dijo Alicia (parándome debajo de un frondoso árbol, ácuya sombra contaba ya Lucila su vida y aventuras á Mr. Iriarte); yo soy de Burdeos. Mi padre era un comerciante arruinado. En mi niñez leí muclias novelas. A los quince años conocí que era muy pobre y muy bonita, y, por consiguiente, muy desgraciada. Amaba el lujo, y carecía hasta de guantes. Deseaba venir á París á hacer fortuna, pero no tenia los medios para ello.

»Pinté abanicos durante un año; rehusé mi mano á un oficial de la abaniquería; reuní el dinero suficiente para el viaje; comuniqué á mis padres el proyecto; encontráronlo juicioso; y, dándome cartas de recomendacion para algunos comerciantes de París y la bendición consiguiente, dejáronme en libertad de luchar con mi destino.

» Llegué á París. A los tres días estaba colocada en el mostrador de una fábrica de guantes. Mi vida entonces consistía en madrugar mucho, acostarme muy temprano y despachar guantes todo el día. A la verdad, esta existencia me pareció monótona, y sobre todo, poco á propósito para hacer fortuna.

» Díchosamente, aunque á fuerza de severas economías, algunos domingos iba al teatro. Este era mí único placer, y esta fue mi salvacion.

» En el teatro reparó en mí el conde de....! joven, hermoso y rico. »Esto sucedió á los cuatro meses de mí llegada á París.» «Informóse de quién era yo, y, algunos días después de haberme mirado y saludado en la Opera Cómica(única inteligencia que había habido entre nosotros), se presentó en la tienda; me pidió unos guantes; y, en tanto que yo se los ponía, me dijo estas palabras:

— «Señorita, yo soy el conde de Tengo 40,000 mil francos de renta. Soy soltero. Mí madre es joven y robusta, y, por consiguiente, tardará en morirse. Yo no pienso casarme hasta que se muera mi madre. »Entonces heredaré otros 40,000 francos de renta, y podré aspirar á la «mano de una rica heredera que triplique mi fortuna; pues mi título entrará por algo en el contrato. — He visto á usted en la Opera Cómica, y »sé que es usted hija de una familia honrada. Usted, por su hermosura y »por su educación, es digna de gozar de la vida, de vestir con elegancia, »de brillar en los teatros y en los paseos y de tener lindos sombreros, una »bonita casa, dos criados, y carruaje los domingos. Durante el verano, »debe usted contar con una habitación en el campo y pasar allí dos días »por semana. Esto es lo que corresponde á una mujer de las virtudes y »demás cualidades que á usted la adornan. — Yo se lo ofrezco á usted todo, »confiado en que será prudente y aceptará. Le señalaré á usted un sueldo de 500 francos al raes, después de pagarle la casa, los criados, los