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DE MADRID A NAPOLES

fue una transacion... (Muchos han dicho que una fusion)... Y de aquílos Tconoclastas; de aquí Savonarola, Arnaldo de Brescia y Rienzi; de aquí Juan de Huss; de aquí la reforma; de aquí muchas de las cosas que suce- den hoy...

Más de una hora he permanecido dentro del Coliseo. Durante ella lo he recorrido en todas direcciones y subido á lo alto de las gradas...— AMí, sentado en frente de la luna, con el ancho Circo á mis pies, he con- templado las venerables ruinas, cubiertas de efímera nieve, y el inmuta- ble cielo, decorado de sus luces eternas...

Aquellos eran los mismos luceros que consultaban los fundadores de Roma... Aquella era la misma luna que vió conspirar á los Gracos; que miró á los galos acampados 4 las orillas del Tiber; que brilló en los ojos de Anibal; que alumbró á César; que presenció el incendio decretado por Neron; que lució en el cielo la noche del martirio de San Pedro; que re= flejó sus rayos en las hordas capitaneadas por Alarico, Genserico, Atila, Ricimir, Odoacro, Totilla y tantos otros devastadores de la gran Ciudad...

¡Oh! sí: era la misma luna: la que inspiró á Virgilio, 4 Horacio, á Ti- bulo y al poeta de los Tristes...—Y yo. me decia: —¡Cuántas oleadas de hombres deshechas contra la roca impasible del tiempo! Los conquista— dores de Grecia, de Siria, de Egigto, de Cartago, de España, de Bretaña, de Francia de Alemania; los ejércitos que describen Salustio, César, Tito Livio y Tácito; las falanges de los Escipiones; las masas populares agita= das por Mario; el Patriciado que representaba Sila; el auditorio de Cice- ron; las legiones de César; las escuadras de Antonio y Octavio; las haces «de Pompeyo; los conjurados con Catilinaz y tantos senadores, y tantos tribunos, y los pretores, y los esclavos, y las vestales, y las cortesanas, y los lictores..., todo ha desaparecido como las nubes que se borran en el cielo...

Bajaron del Norte otras razas; vino de Oriente otra Religion; acudie— ron del Mediodía las tribus agarenas; cubrieron mares de sangre el Occi- dente de Europa; desbordóse hácia Occidente la nueva civilizacion; surgió la América... y el paganismo en tanto pareció enterrado para siempre... —El mundo se habia cubierto de generaciones espiritualistas (de anaco- retas, de trovadores, de caballeros andantes, de religiosos, de cruzados, de escritores místicos, de muchedumbres penitentes, de todo linage de ascetas); el espíritu se habia levantado un momento sobre la materia; todo era olvido y desden ó aborrecimiento y destruccion contra los restos del antiguo mundo; el fuego, el hacha y el martillo se afanaron en destruir, en pulverizar los Templos, los Palacios, los Arcos, las Estátuas, los Circos, todos los vestigios de la Gentilidad... e

Pero bajaron las aguas; pasó el caos de la refriega; brilló la luz , y el filósofo tendió una mirada sobre el universo...—Y ¿qué es lo que vió2—

Vió lo que yo veia esta noche desde lo alte del Coliseo, al rayo de la luna: 50