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DE MADRID A NAPOLES

»Eterna, con su clima y su temperatura propios, con su luz particular; »tan pronto desierta, como visitada por caravanas de viajeros, ó poblada » por uba inmensa muchedumbre que acude á las ceremonias religiosas— »(En algunos Jubileos han llegado á cuatrocientos mil los peregrinos »que han entrado en Roma). —San Pedro tiene además sus algibes de »agua, sus caminos ó rampas, por las que pueden subir hasta la plata— »forma bestias cargadas, y su poblacion fija que vive en las azoteas. Los »San Petrini, vbreros encargados de la conservacion de un edificio tan »precioso, se suceden de padres á hijos y forman una corporacion, Con sus leyes especiales y su policía.»

Tambien se ve desde allí toda la Ciudad de Roma, esto es, la antigua y la moderna; lo mismo el Capitolio que el Quirinal; así las cuatrocien— tas Iglesias cristianas, como los Arcos, Obeliscos, Pórticos y Templos de la gentilidad...—Aquí el Pantheon ; allí el Coliseo; aMá la Columna-Tra- jano; acullá el Tíber con sus cinco Puentes (uno de ellos colgante), y eon sus barcas, sus muelles y sus puertos... En este lado la Ciudad Leo- nina, el Vaticano, los Jardines Pontificios, el Castillo de Sant-Angelo, el Pincio, la Villa- Borghesse... En aquel otro el Trastevere, las Termas de Caracalla, las de Tito; San Sebastian (donde se halla la entrada en las Catacumbas, á las cuales ardo en deseos de bajar, y bajaré muy pronto); los Cementerios católico, Judío y Protestante (pues en Roma hay toleran- cia religiosa); la inmensa Basilica de San Pablo, presuntuosa rival de la de San Pedro; los Acueductos; la Via-Apia , trazada por dos hileras de tumbas; los melancólicos despoblados de la campiña romana; los Montes de la Sabina, los Montes Albamos, la oscura Selva de Laurentum, y mil pueblecillos en torno á la desierta llanura, y ruinas en medio de ésta, y pantanos á lo lejos, y el ferro-carril de Civita-Vecchia, y por último, en lontananza... la línea horizontal del Mediterráneo... —¡Qué panorama ! ¡Qué mundo de recuerdos! ¡Qué abismo de meditaciones!

Tal ha sido mi primera visita á San Pedro.—Pasado mañana veremos la gran Basílica durante una de las más solemnes festividades de la Igle- sia, y oiremos una Misa dicha por Pio IX, con asistencia de todo el clero romano.

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EL MUNTE JANÍCULO.—LA CELDA EN QUE MURIÓ TASSO.—EL PANTHEON.—EL PINCIO.—LA ARISTOCRACIA SEGLAR DE RUMA. — PUESTA DE SOL.—TER- TULIA ESPAÑOLA.

El mismo dia 25, á las nueve de la noche.

No satisfecho todavía con la gran vista panorámica de Roma que dis fruté esta mañana desde lo alto de la Cúpula de San Pedro, he pasado despues toda la tarde corriendo de cumbre en cumbre y cebando mis