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DE MADRID A NAPOLES

Vil.

EL PAPA DE POMIFICAI..

Roma 25 ái diciembre.

Guadix fue una importantísima Colonia de los Romanos; después, en poder de los Moros, liego á ser hasta capital de un Reino; verificada su conquista por los Reyes Católicos, aún conservó durante tres siglos algunos aires señoriles, y allá por el ano de 8 , cuando fueron los Franceses, los graves señores que componían su Ayuntamiento vestían sendas capas de grana, ceñían espadín y se cubrían con sombrero de tres picos. — Yo he alcanzado á conocer la capa de grana de mi abuelo, que se conservaba en mi casa como una reliquia, y que nosotros, los liíjos de 18.'J3, irreverentes á fuer de despreocupados, declicamosá mil usos burlescos en nuestros juegos infantiles. — Como quiera que sea, cuando yo vine al mundo, Guadix era ya una pobre ciudad agrícola... por cuenta de hacendados fo- rasteros. — Los duques y marqueses, á quienes se repartió su territorio después de la conquista, y cuyas grandes y ruinosas casas, coronadas de torres, se ven todavía en las principales calles, se habían ido á vivir á Granada ó á la corte de las Españas: los otros pobladores empezaban á confundirse con la plebe, á consecuencia de la desvinculacíon, que había fraccionado sus caudales: las Ordenes religiosas, dueñas de la mitad de la riqueza, habían sido suprimidas, vendiéndose todos sus bienes: el Provincial, su ilustre batallón provincial, se hallaba en Navarra ó Cataluña, peleando contra el Pretendiente: el antiguo Corregimiento no existía: todo el mundo A'estía ya de paisano , sin capa de grana ni espadín: los tradicionales gremios pertenecían á la historia: la Alcazaba era un montón de ruinas.

De la antigua grandeza sólo quedaba en pié un monumento, y ese era la Catedral. La Catedral , bella , artística , rica , gobernada por ilustres Prelados y sabios Cabildos, descollaba sola entre las ruinas romanas, árabes y semí-feudales. La Catedral era el único Palacio habitado; el único poder que conservaba su primitivo esplendor y magnificencia; el alma y la vida de Guadix.

En ella recibí yo mis primeras impresiones artísticas. Ella me díó idea del poder revelador de la arquitectura : allí oí la primera música : allí admiré los primeros cuadros. Allí también , en las grandes solemnidades, brillaron ante mis ojos las maravillas del lujo; el tisú, el brocado, el oro, la pedrería ; ora en los cálices , ora en los ornamentos , ora en las vestidu- ras. Allí, entre nubes de incienso, al fulgor de millares de luces, al son del órgano, escuchando las concertadas voces de los cantores y los gemidos de los víolínes de la capilla, entrevi el arte, soñé la poesía, adiviné un mundo diferente del que me rodeaba en la ciudad. Y museos, teatros,