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DE MADRID A NAPOLES

mistica, el espíritu religioso, el perfume de santidad, el ambiente divino que respiran otras obras de Rafael. La Transfiguracion es sin duda un prodigio, si se considera el arte por el arte, y como ingeniosa é idealizada reproducción de la naturaleza. Los clásicos, los paganos, los académicos, podrán no pedirle nada á aquella grandiosa composición; pero todo poeta creyente; toda alma enamorada de lo absoluto, de lo eterno; todo corazón sediento de afectos y goces infinitos , habrá de reconocer que el sentimiento de la humanidad desterrada rayo más alto en otra obra inmortal, abiamente colocada en frente de la Transfiguracion de Rafael , como para castigar al pintor de las Vírgenes por haberse inspirado más en el Olimpo que en la Gloria, al retratar la sublime escena del Thabor.

La obra á que me refiero es la Ultimna Comunión de San Gerónimo, por el Dominiquino. Cierto que su idea y su disposición están plagiadas de la pintura de mismo nombre, ejecutada por Anibal Carracci, que vi en Bolonia; pero lo que maravilla y arrebata en el cuadro del Dominiquino no ha sido plagiado de parte alguna, no se encuentra en la creación de Carracci, y acaso porque no se encontraba en ella, acometió Dominiquino la empresa de mejorarla, celoso del éxito que habia alcanzado. Hablo de la uncion religiosa; de aquella santidad que no respira la Transfiguracion de Rafael.

El San Gerónimo de Dominiquino; anciano; decrépito, por mejor decir, quiere estar arrodillado, y no puede. Algunos Varones piadosos lo sostienen por debajo de los brazos, y, sin embargo, el sublime Traductor de la Biblia se halla sentado sobre sus desnudos pies. Apenas logra levantar la cabeza. Ya no lo queda vida sino para mirar la Hostia que le presenta el Sacerdote. Se comprende que en sus venas no hay ya otro calor que el amor divino, que el santo deseo de tocar con sus labios, de recibir en sus entrañas la Forma consagrada del Cuerpo del Redentor... La Comunion será para él un ósculo de paz después de los combates de esta vida, y de alianza con la eternidad. ¡Qué sed de ver á Dios! ¡Qué humildad! ¡Qué cariño! — Yo no conozco expresión más culminante de caridad... Yo no he visto nunca tan espiritualizada la forma humana. — Es Beato Angélico, es Murillo, es Zurbaran,es Ribera; es todos ellos á la vez, divinizando la naturaleza mortal por medio de la devoción. Es el alma, hermoseando, fundiendo, convirtiendo en luz una pobre arcilla que se desliace al soplo de la muerte....

En la Galería del Vaticano se encuentran también la célebre Madonna di Foligno de Rafael ; su Coronacion de la Virgen (pintada en el estilo de su insigne maestro, y, por consiguiente, inmaterial, pura y divina como una visión del Cielo); la Anunciacion; la Adoracion de los Reyes; la Presentación al Templo, y las Virtudes teologales, cuadros todos, especialmente el último, dignos del genio y de la fama del pintor de Urbino.

De las obras restantes de la Galería, las más bellas y renombradas son la Vision de San Romualdo, por Andrea Sacchi; — El entierro de Cristo. por Caravaggio; — una Madonna de Ticiano; — la Leyenda de Nicolás Vari,