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DE MADRID A NAPOLES

con espalda y una tabla por medio , emprendimos una larga y amistosa conversación, en que nos enteró del estado de la campaña.

El armisticio ha sido pura invención de los romanos. Hace cuatro dias (el domingo) se dieron tres ataques inútiles á Gaeta, en que murieron muchos piamonteses. La Escuadra francesa no se ha marchado , y mientras permanezca delante de la plaza, no se podrá atacar por mar, lo que quiere decir que , sin ofrecer socorro ni esperanza alguna á los sitiados, Napoleon prolongará su agonía. Se han repartido en Gaeta raciones para ocho dias, y al cabo de ellos, tendrá que rendirse irremediablemente, falta de víveres y municiones. Desde hoy empezarán á embarcar la caballería y á trasladarla á Terracina, á lo cual no se oponen los franceses. — Es el principio de la evacuación.

En cuanto á la desconfianza con que se nos mira á los españoles, está muy justificada. — A los franceses se les cree falsos amigos de Francisco II: á nosotros falsos neutrales en la cuestión... Y la verdad es que, á este propósito, nos contó el Oficial muchas cosas que... no me parecieron bien, ni favorables á España.

Esta conversacion me traia el aura guerrera del año pasado. El año pasado, tal dia como hoy , estábamos en el Campamento del Hambre. El paraje que me rodeaba esta mañana tenia también mucha semejanza con el de Rio Azmir: una montaña; un pantano; el mar á lo lejos; un sol de oro... — Los ecos de la soledad eran asimismo iguales : son de trompetas , ruido de armas, palabras de muerte... — Entre una y otra escena mediaba casi todo el Mediterráneo ¡cuatrocientas leguas de mar!...; pero la latitud era la misma; la temperatura idéntica también: primaveral en Enero... — ¡Inolvidables mañanas una y otra!

Volvió el soldado de caballería... — ¡El coronel de Fondi se negaba á trasmitir el despacho telegráfico!

No habia más remedio que volver á Terracina; y así lo hicimos.

El resto del dia lo hemos pasado recorriendo esta ciudad, cuyo aspecto bizantino, muy semejante al de los parajes sombríos y dramáticos de Florencia , no ha sido parte á consolarnos de nuestra desventura.

Al caer la tarde, un Vaporcito que habia estado desembarcando caballos procedentes de Gaeta, se dispuso á volver á la plaza sitiada :

— ¿Vamos á Gaeta? nos preguntamos á una voz.

— ¡Vamos! nos respondimos á un mismo tiempo.

Y corrimos al muelle.

La mar estaba espantosa: el bote del Vapor acababa de separarse de la orilla...

— ¡Ah del bote! exclamamos:

— ¡Bote! ¡Bote! repitieron las gentes del muelle , llamándolo para que volviese y nos llevase á bordo.

El bote no nos oyó : los bramidos del mar se lo impedían

A esta casual circunstancia debemos la vida Dióscoro Puebla , Caballero , Jussuf y yo.