perfeccion y utilidad (speculum , forceps, fíbula, sondas, escalpelos); compases (uno de ellos para reducir); un peso de plomo con una inscripcripcion por un lado, que dice: eme, y otra por el otro, que dice: habebis; una balanza verificada ó contrastada en el Capitolio, según su marca; tinteros, stylos, tabletas de marfd, plumas de madera de cedro, estuches de plumas; trompetas, clarines, timbales, clarinetes; y (¡lo que es más todavía!) trigo, frutos, pan, heces de vinoy aceite, y, en una cacerola, restos de un guisado en que se ha reconocido la polenta, que llamamos ahora.
— Entre los objetos de tocador, veréis espejos de metal, botes con cos- mésticos, cajitas de colorete, broches, peines, agujas, tijeras. — También encontrareis billetes de teatro, que son unos pedacitos de marfil, donde se ve el título de la comedia, el nombre del autor y el número de la localidad: «La Casina de Plauto (dice uno de ellos): 2.ª platea: 3er rincon: grada 8ª.»
— En compensacion, veis un cepo de hierro, encontrado en un cuerpo de guardia, con cuatro esqueletos cogidos por los pies; y cierto esqueleto con una bolsa en la mano (¡tremenda imagen de la avaricia!), que me ha hecho imaginar mil fantásticos horrores.
Lo más trascendental que encierra el Museo Borbónico son los papyrus encontrados en Herculano (cuya destrucción fué más definitiva que la de Pompeya, pues lo inundó y cubrió una inmensa ola de cierto betún parecido á lava hirviente). — Los papyrus arrollados, que constituían los libros de los Antiguos, fueron , pues , carbonizados completamente , á tal puuto, que al principio se les tomó por carbón ó cisco, y eran destruidos sin reparo alguno. — Después se vino en conocimiento de que aquellas pavesas guardaban la ciencia y la literatura de la Gentilidad; de que aquellos carbones encerraban el diamante... Empero ¡imposible leer los papypus, imposible desliarlos , imposible tocarles!... — Se deshacían como ceniza.
Mas ¿qué no vence una voluntad constante? — Un sabio religioso , el padre Antonio Píaggi, encontró el medio de desarrollar las pavesas ennegrecidas, de fijarlas sobre una tenue membrana trasparente, y de leer lo escrito! — Yo he visto funcionarían ingenioso aparato... — ¡Ay! pero al mismo tiempo he sabido que no se ha descifrado hasta ahora ningún libro de verdadera importancia. — Los once gruesos volúmenes que van publicados son comentarios sobre filósofos conocidos , ó historias de guerras mejor contadas por los autores clásicos. — Sin embargo, quedan 1,300 papyrus por desarrollar... ¡Quién sabe si esconderán algún tesoro, alguna de las obras maestras de que nos habla la fama y cuyo texto no ha llegado á nuestros dias!
En Pompeya no se han encontrado hasta hoy papyrus. — Tal vez la ceniza y el agua los destruyeron.
En cuanto á las obras de arte que se admiran en el Museo Borbónico, me limitaré á nombrar las principales, que en mi concepto son: el famoso Gladiador moribundo, — Ganimedes y el Águila, — la Minerva Farnesio, — Agripina sentada , llorando la muerte de Germánico, — la célebre Flora