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DE MADRID A NAPOLES

¡Ah! morir con o mun.lo, es caer de un golpeen la insondable Eternidad.

Habrá quien no tema á la muerte; pero yo no creo que nadie dejaría de temer al fin del mundo, si lo viese próximo .

Conque almorcemos.

El Guia nos conduce á un paraje de esta cima , algo separado del Cráter, donde la ceniza se presenta más blanca y escabrosa que en parte alguna.

Este lugar se llama la Cocina del Diablo.

Los ingleses han introducido la costumbre de asar aquí huevos en la ceniza, para lo cual basta dejarlos un momento sobre ella.

Nosotros hacemos lo que los ingleses; y coa esto, y queso de Parma, vino de Capri y pan (que son todas nuestras provisiones), almorzamos alegremente, aunque no sentados; pues, como podréis comprender, nuestro objeto no es asarnos á nosotros mismos.

En seguida subimos á la parte eminente de esta cumbre, y nos solazamos con el panorama más grandioso que puede imaginar la poesía

En torno nuestro, el Volcan humeante, los valles cubiertos de lava, la Somma (pequeña cordillera de betunes y cenizas, separada del Vesubio el día de la destrucción de Pompeya) , los pueblecillos que bordan el pie de este monte; y después Nápoles... el mar... las Islas , las llanuras de la Campania,infmidad de blancas Ciudades esparcidas entre verdes paisajes, las montañas azules, la inmensidad de un purísimo horizonte!... — Es un espectáculo arrebatador.

A las tres de la tarde, á la hora apocalíptica , emprendemos nuestra retirada.

Cruzamos, pues, todo el Monte en dirección contraria ala que hemos traído, y nos asomamos al gran valle de lavas que va á morir cerca de Herculano.

La bajada sólo es posible de una manera; ya sabéis de cual... — Nos tendemos casi enteramente sobre la ladera de la montaña; nos apoyamos en los bastones ferrados; clavamos los talones en la ceniza, y nos dejamos ir con toda velocidad...

Cinco minutos después nos hallamos á media legua del Cráter y mil metros por debajo de la cumbre del Vesubio.

¡Estamos libres!


VII.
HERCULANO.


Antes de continuar nuestra bajada, nos dirigimos á la célebre Ermita de San Salvador, donde se bebe (y bebemos) el mejor y más legítimo lucryma Christi de la comarca.