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Página:Del amor, del dolor y del vicio.djvu/117

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XII


Robert tenía la costumbre de no levantarse nunca antes de las doce; pero ese día á las siete estaba ya despierto y sin ningún deseo de volverse á dormir. Comenzó, pues, á vestirse perezosamente, sin saber á punto fijo lo que iba á hacer durante las horas largas y fastidiosas de las mañanas parisienses. «Si estuviésemos en verano —pensó—, me marcharía á Versalles o á San Germán; pero en invierno el campo es horrible. No sé cómo hay gente que vive fuera de las ciudades en este tiempo.» La imagen de Carlos y de Liliana, desterrados por sus propias voluntades en las inmediaciones de París,