sin cólera visible, una imagen lejana. Con la imaginación veía á Liliana de mil maneras: —la veía en su lecho, con los rubios cabellos sueltos alrededor del cuello desnudo; la veía de pie en medio de sus amigos, sonriente y alegre; la veía grave, la veía colérica, la veía triste.— Luego la veía al lado de Margot, en el sofá diminuto del «Círculo de los Intransigentes»; la veía con Margot en la intimidad de su boudoir; la veía con Margot por todas partes, corriendo como una chiquilla, enterneciéndose como una hermana, besándola como un amante. «¡Liliana!... ¡Margot!... ¿Sería posible?» En su visión, los dos rostros juveniles confundíanse, y los rasgos menudos y atrevidos de la una se mezclaban con las perfectas facciones de la otra en una fantástica imagen de ensueño...
Robert seguía hablando:
—Los hombres como nosotros no debieran enamorarse nunca de las mujeres que, al sentirse libres, creen que deben