conocerlo todo, y que nos encuentran fastidiosos en cuanto ya no poseemos ningún pla cer oculto que revelarlas. Esas mujeres tienen alma de prostitutas. Ya sé yo que para ti el alma de las cortesanas es un alma como las demás almas, buena y mala, cobarde y heroica, una pobre alma humana, en fin, igual á la de todo el mundo, multiforme y lamentable... Pero eso es literatura, hijo mío. En la vida real, tales almas son fatales porque nos atormentan con sus fantasías de vorágines. Está bien que despreciemos á las burguesas cuando hablamos de ellas en el café. ¡Oh, la innoble raza de las burguesas, el cocido diario, las patatas del amor, las camisas sin encaje, los besos sin sangre, la vulgaridad y etcétera!... Sí, perfectamente... Sólo que para vivir, no hay nada superior á esas pobres burguesas que paren y que no saben volvernos locos con sus senos prematuramente marchitos... Tú estás en condiciones envidiables para casarte, chico... Y luego, ¡qué demonio!...
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Apariencia