Margarita—. Como que la Muñeca se quejaba de la conducta que observas desde hace algún tiempo. Según parece, te pasas la vida fuera de casa... y Dios sabe en dónde!
Esas palabras tranquilizaron momentáneamente el espíritu de Carlos, haciéndole suponer que si su querida se quejaba de él, era porque le amaba, y que Robert podía muy bien haber acusado á Liliana con objeto de vengarse de Margarita del Campo.
Una gran tristeza invadió entonces su alma. «Los hombres son todos iguales —pensó—, y basta con un indicio cualquiera, por insignificante que sea, para hacerles suponer las más inverosímiles infamias. Robert es un buen amigo, pero su carácter violento y alocado le lleva con frecuencia á cometer injusticias atroces. Lo que me ha dicho hoy, no tiene ni aun visos de verdad... ¿Mi mujercita, engañándome con su amiga, entregándose á perversidades contrarias á la naturaleza,