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Página:Del amor, del dolor y del vicio.djvu/166

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que habían constituido su vida en otro tiempo.

Al llegar á la puerta de Neuilly, tomó un coche y se hizo llevar á una taberna de Montmartre, en la cual comían algunos literatos con sus queridas, y dos ó tres pintores con sus modelos.

— Allí —pensó—, al menos, no estaré solo.

Al volver á su «casa de soltero», después de las cuatro de la madrugada, habiendo ya apurado muchas copas de champaña, y habiendo, sobre todo, dicho muchísimas tonterías, acostóse en un diván, cantando estribillos estúpidamente obscenos:

«Te escribo de San Nazario,
que es una buena ciudá:
aquí no reso el rosario,
cuando Juana... la-ra-lá...»

... y sin quitarse la ropa, se quedó al fin dormido.