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XVIII
Al romper, con una violencia imprevista, los lazos sentimentales que la unían á Carlos de Llorede, Liliana experimentó de nuevo la sensación complicada de libertad dichosa y de cruel melancolía, que la muerte de su marido habíale producido mucho tiempo antes.
Su alma se sentía libre, completamente libre, y el horizonte se ensanchaba ante ella permitiéndole respirar á su antojo. «¡La independencia! En adelante su único guía sería el instinto...» Pero al mismo tiempo una vaga congoja oprimía su pecho, llenando de amargura todas las esperanzas de vida libre que su deseo acariciaba.