Por otra parte, su independencia no era completa, puesto que Margot seguía siendo para ella la compañera tiránica y hábil que, sin exigir nada, sin ordenar nunca, pareciendo siempre dispuesta á someterse, impedíala usar en absoluto de la libertad y entregarse á sus propias curiosidades vertiginosas.
Haciendo á veces un esfuerzo, la Muñeca trataba de probarse á sí misma que ninguna voluntad podía oponerse á la suya, y creyendo ejercer un acto enérgico, marchábase á París sin esperar á su amiga, y regresaba luego muy tarde, dispuesta á no dar explicaciones de ningún género en caso de que Margot la interrogara sobre sus largos paseos solitarios.
Pero Margot era bastante inteligente para comprender el peligro que las exigencias hubieran hecho correr en ciertos casos á su amistad, y así, en vez de enfadarse á causa de los caprichos de la marquesa, hacíase la indiferente y se mostraba siempre satisfecha.