— ¿Y viene Ud. con frecuencia á este restaurant?
— De cuando en cuando, para hacer una conquista... Esta noche, las únicas mujeres que me gustan son Ud. y su amiga.
— ¿Y querría Ud. conquistarnos á las dos? Para un hombre viejo como Ud., debe de ser difícil contentar á dos mujeres en un mismo día. ¿O tengo acaso el gusto de hablar con el mismísimo caballero de Casanova?
— Deme Ud. un beso...
— Con mucho gusto; y dos también; pero mejor sería que viniesen, Ud. y su amiguito, á sentarse al lado nuestro.
Margot, siempre riendo, intervino:
— ¡Me parece!... En vez de decir tonterías y de hacer el señorón, ven con el otro á tomar una copa, hijo.
Al cabo de un cuarto de hora de charla, sentados ya los cuatro ante la misma mesa, los chicos habían perdido mucho aplomo, comprendiendo que las mujeres