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Página:Del amor, del dolor y del vicio.djvu/191

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complicar las cosas más simples y de no querer creer que una mujer que ríe, ríe, en efecto, de buenas ganas... No, señor, para nosotros esa mujer ríe para esconder una lágrima ó para no gritar, porque la víspera se murió un caballero que fué amigo de su abuelo... ¡Qué sutileza!... Carlos está tranquilo, como están tranquilos los mozos de treinta años que acaban de perder una querida bonita y que no han encontrado aún otra bonita querida para reemplazarla. Ya le verás una de estas noches, aquí o en cualquier café, al lado de una chica guapa, muy contento y muy enamorado, bebiendo como un loco, pellizcando las piernas de su nueva Dulcinea, haciendo todas las adorables tonterías que hacen los amantes... Pero aun viéndole así, tú te has de figurar siempre que está á punto de matarse, porque tienes la desgracia de ser un psicólogo... ¡oh, un psicólogo!... La psicología es una enfermedad terrible, que te impedirá siempre ver las cosas tales