y como son... Más te valiera ser sencillo y no imitar á Julián Sorel ni á Barrès... Porque mira que es triste eso de ser el discípulo del autor del Jardín de Berenice.
Para evitar los discursos malhumorados de Robert, Plese trató de hablar de otra cosa:
— Esta mañana —dijo— vino á mi estudio la marquesa de Tecor, ¿no la conocen Uds?... Es una mujer muy hermosa, muy rica, muy ligera de cascos... ¿Y saben Uds. á qué vino? Pues nada menos que á pedirme que la hiciese un busto desnudo —«desnudo hasta el ombligo»— decía ella con su noble boca impúdica.
— La conozco —repuso Delmonte—; y, en efecto, es una mujer de impudor bíblico. Sólo que ni es muy noble, ni es muy rica... A mí me está debiendo una medalla, desde el año de la Exposición. Ten cuidado... á menos que quieras hacerte pagar en besos...