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Página:Del amor, del dolor y del vicio.djvu/39

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— Toda su fortuna, estoy seguro de ello —respondió el antiguo secretario.

— Está bien; supongamos que todos, ó parte de sus bienes, sean míos; ¿cree Ud. que puedo yo misma ser capaz de manejarlos? No; yo no entiendo de negocios, y apenas sé lo que significa un título al portador. Para no tener miedo que alguien me arruine en pocos años, necesito, pues, que una persona verdaderamente honrada se encargue de ser mi administrador general, de decirme á menudo lo que tengo, lo que puedo gastar, que me guíe, en fin, y que me aconseje.

Carlos creyó que la viuda del marqués iba á ofrecerle á él ese puesto, y se apresuró á decirla:

— En efecto; los que no hemos nacido con el don particular de saber hacer cálculos, necesitamos de alguien que nos ayude cuando tenemos una gran fortuna. Por mi parte, si yo fuese rico, creo que me encontraría en el mismo caso de Ud.